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185 x 103 x 68 cm.
Esta obra parte de cuatro palabras como inicio: Alexander Calder (1898-1976), equilibrio, movimiento y animal.
Partiendo de una afirmación contundente de Alexander Calder: " la escultura era estática hasta mi llegada, yo le puse movimiento". Personalmente considero a Calder una bestia de la escultura del siglo XX, pero analizando toda su obra podemos observar que casi todas sus piezas se mueven sobre un espacio limitado, todas están sujetas a un punto, pared, suelo o techo. Les falta desplazarse....pongámosles ruedas...
La pieza aplica principios de compensación mecánica de pesos repartidos arriba y abajo del eje de rueda, dejando en el cálculo un error de unos gramos de más en la parte superior a una humedad del 70%. Así dependiendo de la humedad del espacio, se mantiene de pié o si inclina hacia adelante o detrás, pudiendo no obstante compensar su equilibrio moviendo sus tentáculos-cabello.
Una bestia que emana locura creativa por todos los agujeros de su cabeza. El cuerpo no puede contener tanta creatividad y explota creando en contacto con el aire.
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